Caminaría por una calle vestida de hojas, pisando cada una de ellas, oyendo los ruidos de algunas, los silencios de otras, para cruzar a contemplar por unos minutos un paisaje, cualquiera que sea, una plaza, una parte de la ciudad, un río, cualquiera que sea, que llevarían a mi boca palabras que no tendrían oído de llegada. Serían las palabras en sí mismas.
Me pondría cada remera, cada pantalón, cargados de modas para un espejo vacío de significados. Preguntándome porqué me siento parecida a fantasmas, respondiéndome con la misma pregunta, llenando mis ropas de dudas solitarias.
Miles de fotos blancas, sin sonrisas memoriosas, que dibujaría para sí, para ellas, para que existan en fantasías artísticas. Las colgaría, las mostraría a la nada, se añejarían para nunca invocar.
Innumerables mates herejes de su cultura intrínseca. Preparados con gran paciencia y meticulosidad para caer en la inmediatez de ser tomados. Rodeados de ausencia.
Y con cada lágrima desperdiciada a las nubes nunca aprendería qué es el llanto. Nunca sabría el porqué de mis angustias y tristezas. Me atravesarían sin dejarme “un algo”, tal vez una prueba más de que hay una gran falta.
Soñaría con ustedes, serían mi deseo prohibido, aquel del que no se habla, aquel que no se nombra, aquel que no debería sentirse. Las recrearía jugando conmigo en calesitas, bailando conmigo en un boliche, dándonos besos prohibidos. Haría con ustedes todo aquello vedado del amor.
Y entonces a ello me dedicaría en una vida que no sabría que sería sin ustedes. Viviría en una fantasía para que sean.
Mujer M. 10
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Fue esa tarde de lluvia sin gotas cuando mostraba a nadie esa foto en blanco.
- ¿Acaso tú no sabes reír, no sabes llorar? ¿No sabes?
Levantó la vista y miró esa cara sin rostro, esa sonrisa sin risa.
- No se reír, no se llorar, no se.
Absorbió lentamente el mate vacío mientras se observaba a través de sus parpados en el espejo sin reflejo. Si apretaba bien los ojos podía vislumbrar su cutis de porcelana. Esa aterciopelada piel no era producto de cremas y pepinos. Al igual que Dorian Grey a su cuerpo el tiempo parecía haberlo olvidado. Vivía siempre permaneciendo, estando, sin permanecer, sin estar.
- ¿Acaso tú no sabes reír, no sabes llorar? ¿No sabes?
Sin poder hallarse se vistió con ropas.
- No se reír, no se llorar, no se.
Por eso su cara no tiene arrugas.
Cuando dormía soñaba una vida rugosa. Su cara se marchitaba. Entre los pliegues se escondían risueñas las lágrimas y húmedas las risas de toda la vida no vivida. Entonces ya nadie le preguntaba.
- ¡Tu sí que sabes reír, sí que saber llorar! ¡Sí que sabes!
- Sí que se reír, sí que se llorar, sí que se… pero solo en sueños, allí donde están ellas.
babi 10
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¿Quiénes son ellas? ¿Dónde están? ¿Qué estarán haciendo en este momento? Las haría bellas, interesantes, únicas, incompletas…Una se erizaría en agudos que se deslizarían sobre madera para caer en el piso nevado de resina. La otra, vuelta a la niñez, se vestiría en manchas de colores, crearía vestidos de tela para cuadrados de madera. Yo, con mi presencia, estaría. Mi cuerpo serían dos orejas y dos ojos, escucharía las melodías mientras contemplaría los bosquejos. No serían ustedes mi sueño, compartiríamos uno, y miles. Mil y un sueños tendríamos.
Mujer M.10