sábado, 6 de junio de 2009

Epígrafes


La Realidad


La mujer en su cuerpo yacía perfectamente encastrada, recorría por su brazo el deseo de ya nunca desligarse, de sentir un roce incómodo y satisfactorio, mientras los momentos felices de su vida acontecían. Pero su plena conciencia la atormentaba, le imponía límites en su ya desesperanzadora utopía. Con desgano desechaba su ilusión, y volvía a sentir como en varios puntos de su espalda la tierra le picaba, las hormigas seguían laburando sin vislumbrar la molestia que a ella le significaban. Pero ella dejaba todo como estaba, poco tiempo faltaba para añorar con todo su pecho la tierra, las hormigas y la picazón. Su rostro permanecía inmóvil, un pensamiento lo perturbaba, su única parte alejada de la escena. Mostrando ser una MUJER, sus expresiones, cansaban su cara con las mismas bifurcaciones, comunicaban los mismos mensajes, y lo despreciaban a él mientras todo su cuerpo lo amaba.
En una influencia recíproca, ambos se encuentran conectados, en una pelea para modificar al otro. El egoísmo siempre aparece primero en toda escena, y la comprensión es anhelada en su ausencia. ¿Qué dolor es el mayor? ¿Hay un dolor mayor? ¿Quién o quiénes deberían entender? La escena se revierte por un segundo, pero esa imaginaria disposición es pasajera.
Él traía consigo un cuento, donde nada terrestre existía, donde el sol siempre era otoñal, el piso, la cama, y las compañías precisas.


Mujer M. 09


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El viento los choca, y ellos se ensamblan, sus cuerpos se unen. No controlan esa fuerza atractiva, se pegan y creen la eternidad.

Ella se da cuenta del control de su cabeza, que hace que esto sea solo ínfimo en la realidad. Lucha con su cuerpo para despegarse, pero éste no la deja. Mientras él se deja llevar sin pensar en la verdad, disfruta esos instantes, no amarrado, pero se deja estar.

Mientras el no percibe lo que pasa, no está amarrado, sino que adopta esta posición como suya, sin reflexionar demasiado, se deja llevar…

Hoy el contexto no importa, la dureza, la suciedad, el aire cálido no es más que un paisaje; la comodidad está en segundo plano y no es momento de plantearla.

Sin embargo ambos perciben lo efímero, que aun así, no los hace terminarlo antes. Luchan contra algo que saben sucederá, pero quizás hoy es el cuerpo el que mande.


maRadentro. 09


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¿Acaso el instante debe morir en el presente? ¿No lucharemos contra las fuerzas que condicionan el momento? Como una hoja que flota sobre la corriente nos dejamos llevar. Resignándonos, conformándonos con el devenir que no hemos elegido. Irremediable destino, maldito destino el que nos toca y nos envuelve con sus tentáculos que duelen y son al mismo tiempo irresistibles.
Los amantes que eran y no volverán a ser. La mujer convertida en madre carga consigo los más grandes pesares buscando con su mirada perdida un pequeño rayo de sol. El hombre convertido en hijo transporta su mente a mundos pasados y distantes mientras su mano juega con la tierra seca, podrida.
Entienden que jamás se entenderán. Que ese instante es tan suyo como mío. Un fragmento de vidas entrelazadas que no pertenecen a nadie y, sin embargo, es de todos.
Solo basta un cerrar de ojos y todo termina. Irrumpe la realidad como un gigante. Nos enceguece con su monstruoso esplendor.


Tapa con paciencia los claros en el cielo.
Llena nuestras manos de cemento.


Bc. 09


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La energía fluye, copiando los movimientos de una hoja bailarina ayudada por la brisa. Va, vuelve, gira, se posa, planea, repetidamente con una espontaneidad irrepetible, original, esperanzadora…Cae, y cruje. Muere.
Entre los hombres ese fantasma los acompaña a donde vayan, se entromete en sus encuentros, los sorprende y los decepciona. Ellos dependen de él, de su impronta. ¿Son prisioneros de él? ¿O la comodidad es más fuerte? La sumisión de todo hombre, responde a su incapacidad en el enfrentamiento, a su cobardía. ¿No pueden simplemente aceptar como amigo a ese fantasma, posarse en la hoja, para su finito viaje?
Hacer más pasajero el transitar en una vida tan corta, y creer en los retazos de cada uno que luego podrán crear todo un árbol. ¿Si una hormiga puede molestar a una mujer, no podrá un hombre molestar al mundo?
Entonces sí, todos crean una fantasía… ¿Para qué existen los cuentos? Se deja de lado la realidad, para frivolizar ese viaje, para mentirse y mentir, para dar todo por dado, para que la facilidad sea el primer sustantivo que represente al hombre.
Sin embargo hay que soñar. La calabaza nunca se convertirá en carroza, hay que soñar sobre la realidad.


Mujer M. 09




Foto: Federico Ortega Sanchez


miércoles, 3 de junio de 2009

La Línea


Siempre me siento en la tranquera a mirar, recorro con mis ojos el camino hasta toparme con el horizonte y me pregunto << ¿Qué hay más allá? >>. Hernández me dice que algún día vaya y me fije, pero me da miedo, (él sabe que no lo voy a hacer). Cuando algo toca el horizonte desaparece. Yo no quiero desaparecer.
Un día de viento por allí vino una señora. Estaba yo mirando la línea y de a poco veía su figura que se descubría paso a paso hasta que cuando salió del todo se agrandaba cada vez más. Sin darme cuenta la tenia a unos metros.
- ¿Qué hay más allá señora?
Se me quedó mirando un largo rato. Se hizo de noche y seguía mirándome como una estatua. Cuando pensé en volver a preguntarle me dijo:
- Lo que estas buscando. Y se fue.
<< ¿Qué buscaba yo? >>.
Le conté a Hernández y me dijo que estaba loco, que nadie había pasado del otro lado de la tranquera, pero no le creí del todo. Yo siempre le creo, porque él no dice mentiras y sabe todo lo que pasa de este lado de la tranquera, de nuestro lado.
A la noche siguiente soñé con la vieja, en su cara había muchas arrugas, de esas que se hacen con el sol. Entre cada pliegue de su piel había palabras. Después de un rato las leí, ahí me decía todo lo que buscaba.
Me despertó un calor sofocante, agarré mi mochila, entré al comedor y me robé el cuchillo más grande sin que la Clota se de cuenta, porque ella duerme ahí. Y seguía durmiendo cuando me robé el cuchillo. Hernández también dormía y gracias a mi durmió para siempre.
Me fui, allí donde está el horizonte dejando gotas de sangre que se hundían en la Tierra.

Texto y Foto: Bc. 06