jueves, 31 de mayo de 2012

Mi Sombra es la Muerte


Viviendo con la parca en espejo, doy un paso y ya no es mi sombra la que me sigue. Es ella, es la muerte, que me acompaña a ritmo. Muevo un pie, ella mueve mi pie sombra. Ni un segundo más, ni un segundo menos. Sabe siempre hacía donde voy. Anticipa todos mis movimientos. Impresionante, ¿no?
Los primeros días me costó darme cuenta del cambio, digamos que perder la sombra no es algo que uno espera que pase. Tardé cinco días, tres horas y seis minutos en atreverme a mirarla. Tarde otros cinco más en hablarle, le tiré una indirecta y no me respondió. Algo así como  “Hace frío ¿no?”.
Después resolví no prestarle atención haciéndome la que: “si… mi sombra es la muerte ¿y qué?”. No era difícil disimularlo, ella imitaba a mi sombra de una manera maravillosa. Me pasaba días enteros tratando de confundirla pero era de una naturaleza infranqueable. Las horas, los días, los meses fluían y yo jugaba a sorprender a la muerte, llegué a pensar que la divertía, que éramos dos niños, dos niñas, dos seres entrelazados en un juego eterno.
Pasaron tres años conviviendo con mi no sombra. Me resultaba raro no sentir en ningún momento que yo iba a morir. Seamos claros, es de conocimiento popular lo que pasa cuando aparece la muerte. ¿Acaso era mi sombra la que había muerto? ¿Acaso eso es posible?
Ya no me divertía intentar confundir a la muerte, extrañaba a mi sombra, la quería de vuelta. Decidí entonces hablarle.
-  Hola. ¿Todo bien?
-  ……..
-  Hello. Bonjour? - Dije pensando que capaz la muerte no hablaba castellano. Si habla en sanscrito estoy jodida – Basta, quiero a mi sombra de vuelta. ¡Decime dónde está!
-  ……..
-  Me caés mal.
Los días que siguieron después de nuestra pelea fueron insoportables, era muy difícil evitarla, estaba ahí todo el tiempo, imitando, falsificando movimientos que no le pertenecían.
Al cabo de unos meses volví a intentarlo.
-  Podrías después de tantos años decirme que estás haciendo acá y que hiciste con mi sombra…
-  …….
-  ¡Sos parca eh!
Y la muerte rió. Su risa era magnífica y yo, YO había hecho reír a la muerte.

Viviendo con la parca en espejo,
Doy un paso y ya no es mi sombra la que me sigue.
    Es ella… es la muerte.
babi, septiembre 2011