jueves, 27 de agosto de 2009

Andy

He visto a la niña sin rostro. Tiene botitas rojas, saco azul y cabellos blancos de raíces negras. Su cuerpo, pequeño y lechoso. Su esencia, casi transparente, como preparándose para desaparecer en cualquier momento.

- ¿Y tu rostro?

¡Qué experiencia! Mi compañero francés diría << bizarre mon amie >>. Palabras e imágenes penetraban en mi medula, luego al inconciente, de ahí a mis oídos y pupilas. Veía, escuchaba su respuesta claramente.

- Quédate en mi casa Andy, ¿Te puedo decir Andy?

Asintió con su pequeña cabeza sin rostro.

Se quedó en casa por casi un año hasta que desapareció sin dejar rastro.

La niña, Andy, era fácil de mantener. Sí, son los beneficios de no tener rostro. No comía ni tomaba, no necesitaba más que una cama. Y lo mejor, no hablaba. Era buena receptora, se manejaba con su mente para todo.

Los días de sol le gustaba que la lleve al parque. Teníamos conversaciones eternas, hasta cuando no estábamos juntos.

Las imágenes y sonidos que transmitía a mi cabeza no tienen descripción. Lo único que puedo decirles con burdas palabras en un papel es lo que me dijo un día de lluvia.

-No tengo rostro porque no lo necesito. El día que quiera te pido que me hagas uno.

Ese pequeño pedazo de conversación inició una cadena causal sin retorno.

Estaba por cumplirse un año de la llegada de Andy. Me encerré durante semanas en el taller para hacerle su regalo. Un rostro perfecto. Lo que más me costo fue encontrar el color, ese color de galletita de leche.

Llegado el momento le di su regalo. ¡Qué estúpido!

Lo abrió, lo tocó con sus manitos, se metió bien adentro mío y me dijo:

-No entendiste nada.

Y así era, no había entendido nada.

Tras ese torbellino de furias y calmas ella desapareció. Vacilé, no sabía que hacer. Me acosté en su cama y bien despacito llevé mis manos a la cara. Me saqué el rostro, como despegando el plástico que cubre las pantallas de algunos aparatos electrónicos.

Me llaman Andrés ahora, Andy para los amigos.


babia. 09

miércoles, 19 de agosto de 2009

Cuando la muerte se hizo humanidad

Se oían los latidos pumb… pumb… pumb… No paraban pumb… pumb… pumb… Cada vez más rápido pumbpumbpumbpumb… Frenaron…………….. Sobrevoló un ave a aquella tribu, acarició una ventisca todos sus rostros. Se sintieron acompañados. Agradecimientos, fotos, momentos, anécdotas, palabras, caricias, borracheras, besos hicieron escala en sus cuerpos. Brotaron en lágrimas que formaron un aguacero. Alguna vez luego del diluvio salió el sol.

Espero que en el estés, que desde ahí me veas, y me esperes.

Mujer M. 09

miércoles, 12 de agosto de 2009

Народ*

En honor a su presencia, el séquito de mujeres, embriagado de locura, sacó a relucir sus coballos andaluces.
Las calles de arena ahora tapizadas de felpa eran incaminables.
Entre todo el revuelo un granito de arena se posó en la pupila del honorado, dejándolo ciego de un ojo. Ahora lo inmolaron por santo, los coballos andaluces quedaban cortos para la nueva divinidad.
- ¡Sacrificio! - Gritaron los hombres de la tarima.
- ¡Sacrificio! - Respondió el séquito de mujeres.
Se miraron a los ojos. Miles de miradas se enredaron y cayeron al piso. El momento rojo había llegado.
Las calles de arena y felpa ahora tapizadas de colores sangre.
El honorado, ciego, santo, divino, sacó una moneda del bolsillo y sin importarle su destino final, la lanzó al aire, dejando ciega a una mujer del séquito.
- ¡Nueva diosa! - Gritaron los hombres de la tarima.
- ¡Nueva diosa! - Respondió el séquito de mujeres. Todas menos una, la víctima de la moneda, que moría desangrada.

Mañana sería un nuevo día. ¡A guardar los coballos andaluces!

* Ciudad, pueblo.

babia. o9

martes, 11 de agosto de 2009

ojo x ojo - diente x diente

Dos caras peleaban por el campeonato mundial. Una con rasgos duros y un corte de pelo militar miraba su contrincante con rudeza. La otra con una dominante expresión de diversión, levantando un costado del labio, sacudía su nariz de modo provocador. Se agitó el público cuando la primera hizo rodar su ojo por el rin. La segunda, consecuente, le quitó el suyo e inmediatamente de un orejazo, cayó la paleta de la otra golpeando el piso en una fuerte caída. La cara militar observó su diente, rozó su dentadura con la lengua, y con la fuerza de toda su cara se dirigió hacia el colmillo de su rival...
...ojo por ojo, diente por diente.
Mujer M. 09

domingo, 9 de agosto de 2009

¿Dónde está Wally?


un infiltrado en el feca literario..


Foto: la interness

lAs CaBEzAs dE mUñeCo.

Las cabezas de muñeco colgaban por todos lados. El Mister estaba aburrido y las contó, cincuenta y nueve había, ni una más ni una menos. ¿De dónde mierda habían salido esas cosas? El Mister no se inmutaba, lo aburrían enormemente y sin embargo no podía dejar de contarlas una y otra vez.

- Cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve.

- Uno, dos, tres, cuarto, cinco, seis, siete…. cuarenta…. cincuenta…. cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve.

Buscaba, sin ningún apuro, en su memoria ese número. Cuando estaba por dar en la tecla volvía a contar.

Tediosa tarea la del Mister, lo abstraía por completo. Pobre, pobre Mister, nunca nadie le dijo feliz cumpleaños. Por dos palabras mudas, que nunca se dejaron oír, quedó suspendido en el inmarchitable contar.

- Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez… veinte… treinta… cuarenta… cincuenta, cincuenta y uno… cincuenta y ocho… cincuenta y nueve cabezas de muñeco.


Uno, dos, tres, cuatro… cincuenta y nueve cabezas de muñeco.

Uno, dos, tres… cincuenta y nueve cabezas de muñeco.

Uno, dos… y nueve cabezas de muñeco.

Uno… cabezas de muñeco.

…. muñeco.



Bc. 09'