Caminaba sobre el pasto amarillo por el luto del deshielo. Cruzaba arroyos que volvían a renacer. Sentía como el Sol se reencontraba con la tierra y con mi cuerpo. Iba empujando la carreta intentando que no se voltee, uno de los cuerpos estaba mal colocado y me hacía contrapeso. Tenía que llegar rápido antes que las moscas se posen sobre mí. Las odio.
El mercado estaba atestado de gentes. La venta de cadáveres cada día se hacía más popular. Por todos lados habían carteles y voces que gritaban “¡Cuatro dedos por 5 chelines!”, “¡Vendo cabeza aria a buen precio!”, “¡Pies sin callos y de uñas pintadas por aquí!” que te quemaban la cabeza. Mi puesto era el anteúltimo. Sentía como mis hombros estaban por desprenderse, no podía parar se hacía tarde… esas malditas moscas. Las odio.
Hoy es un día importante, un buque de extranjeros viene al mercado y pagan muy bien. Me había vestido con mis mejores ropas, pero en el camino se me fueron llenando de todo tipo de mugre. Por fin llegué al puesto donde mi señora me esperaba con impaciencia. Colgamos los cuerpos. Buena mercadería había conseguido en el campo. Cuerpos de todo tipo. Hasta tenía una con siliconas, esa se vende seguro.
Escuchamos la bocina del puerto y acto seguido el chillido de las puertas de metal que se abrían para dar paso a la bandada de señores y señoras con dinero. Se mezclaron en la multitud rápidamente, los gritos se hacían cada vez más fuertes y esas malditas, endemoniadas moscas. Las odio.
Vendimos casi todo, nos quedaron tres dedos gordos del pie, uno meñique y un par de glúteos. Maravilloso día, salvo que mis brazos están por ceder y desprenderse del todo. Con el paso de los años de tanto llevar la carreta se me fueron despegando, ahora cuelgan de un hilo. Con la plata de hoy pienso arreglármelos antes de que se me caigan y mi mujer los venda, a ella también la odio. Es peor que esos insectos de Satanás. El vecino me dijo que la descuartice y la venda, es un rito muy popular por estos pagos, pero me da pena es muy idiota, no se merece ni la muerte.
La muy imbecil se gastó la plata en chucherías, no me alcanza para mis brazos. Mientras dormía se me terminó de salir el izquierdo, ahora no puedo ir a trabajar. No se como voy a salir de esta. Por ahora lo tengo pegado con cinta para que la estúpida de mi señora no lo ponga en la caja de las ofertas.
Hoy a la tarde se me salió el otro brazo, no me lo puedo pegar porque el otro no me funciona. Me da miedo decirle a mi mujer. Estoy seguro que los va a vender.
Me escapé, la pelotuda de mi señora me persiguió para robarme mis extremidades y me escapé. Estoy escondido en una cueva. No tengo en quien confiar. Realmente el negocio de los cuerpos es muy inhumano, todos se quieren sacar los ojos, en mi caso los brazos.
Me desperté después de haber pasado una noche horrible. Se me esta descosiendo todo el cuerpo, faltan muy pocas horas para que alguien me encuentre y me venda al mercado, espero que no me compre mi mujer.
Ya están llegando esas moscas horripilantes. Las odio, dios como las odio.
Me encontraron.
babi (19 de agosto de 2010)