viernes, 11 de septiembre de 2009

fAnTaSíA y ReAlIdAd

Me encontré haciendo mis necesidades, para no ser burdo, en medio de la nada, con un sombrero y dos naranjas ¿o con dos sombreros y una naranja? No recuerdo la disposición de los objetos. Pasó un bebé con una mujer en brazos, ¿así fue? Me acuerdo el llanto desconsolado de la mujer y los gritos desesperados del bebé. Yo estaba inmóvil, sólo me dedicaba a pelar el sombrero y evitar que se me caiga la naranja de la cabeza. El granizo se elevaba de la tierra seca, por lo que mis ampollas comenzaron a arderme, de suerte llevaba conmigo insecticida, me rocié en la cara y en el cuerpo, los pies ya no los tenía. Dentro del sombrero había una raqueta, ese día Dios estaba junto a mí, rápidamente puse todos mis esfuerzos en devolver cada bolita de granizo a la tierra. Me sentí extraño, mi alma se hamacaba en una hamaca color roja. Pero en un movimiento perfecto, rápido cuando subía, y se detenía en lo más alto que podía llegar, para volver a caer hacia atrás rápidamente. Mientras yo disfrutaba de cómo mi alma volaba como lo hacen los cuerpos terrenales, me enamoré. Una figura sofisticada, peluda y suave, pasó por delante mío coqueteándome. Era una bella perrita la cual corrió cuando me acerqué a acariciarla. Corrió y corrió, yo detrás de ella, y mi alma esquivando los charcos de barro, o de caca, intentaba entrar en mí. Fui yo quién entró en la perrita, no recuerdo cómo pasó, pero me encontré oliéndome la cola, mientras me la olía otro compañero buldog o pastor, qué sé yo…Nos hablaban en francés señoras gordas “Mais toi, est-ce que tu es très belle!” “Tu me rappelles à mon petit fils” Alors j’ai commencé à parler en français. Je ne me rappelle pas comme est-ce qui s’est passé. Mi pensamiento volvió al español cuando me alejé de las gordas, perdón, de las señoras gordas. El andén se rebalsó de trenes, dos pasaban al mismo tiempo, y éstos muy originales habían sustituido el famoso “quetrénquetrén-quetrénquetrén” por “primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamientos, perfume de naranjo en flor…” Yo ya había salido del cuerpo de esa hermosa perrita, pero algo me llevaba a correr y gritarle al tren. Tanta intensidad tenía mi grito que mi campanilla se estiró, salió de mi boca dejándose ser una serpentina, que se tiñó de colores por una lluvia de bombas de pintura que justo en ese momento brotaban de una nube situada encima de mí. Vi un camaleón, una serpiente y un espejo. Me vi creativo, me vi excesivo, me vi con el cepillo, vi mis dientes limpios y me fui.
Mujer M. 09

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