Es en los más mínimos detalles que el recuerdo se despierta
en mí como el primer llanto de un niño. El otro día hurgando en mis bolsillos, una bandita de plástico me trajo la imagen de su sonrisa de dientes perdidos. Los
cordones desatados del viejo sentado delante mío en el colectivo, sus pelos
luchando contra la gravedad. La mancha de dentífrico en la bacha del baño, sus
manos. Las baldosas flojas, sus piernas. Un beso, su ombligo. Las moneditas de diez centavos, su omóplato desteñido. Las pelusas esquineras, esas que se resisten a
desaparecer, su clavícula.
El recuerdo más inesperado. El ruido de la puerta cerrándose,
una lágrima.
Odio los detalles.
babi - mayo 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario